Breve historia de la educación del talento: por Steven Pfeiffer

Terman, L. M.

Son muchos y excelentes los libros y capítulos que se han escrito sobre la historia de las altas capacidades (vid., por ejemplo, Mönks, Heller y Passow, 2000; Robinson y Clinkenbeard, 2008; Tannenbaum, 2000). El lector interesado en obtener un análisis más en profundidad sobre la historia del campo de la alta capacidad puede leer con atención estos y otros excelentes recursos. Lo expuesto a continuación es, de manera intencional, una visión general que pretende proporcionar al lector un contexto conciso tanto a nivel histórico como cultural y filosófico sobre la génesis de la educación del talento.

Filósofos como Confucio en China o Platón en Grecia escribieron ya en la edad antigua sobre algunos niños “divinos” o más capaces. Sus escritos no solo teorizaban sobre los aspectos constitutivos de las virtudes excelentes, sino que incluían recomendaciones prácticas sobre cómo la sociedad debía identificar y cultivar las capacidades de estos jóvenes ciudadanos (Mönks et al., 2000). Las tradiciones tanto de Oriente próximo como de la Europa Clásica, abrazaban visiones similares sobre la alta capacidad entendida esta como un conjunto de atributos especiales que, todavía hoy en día, se asumen como componentes o ingredientes de la aptitud intelectual. De igual modo, podemos trazar la génesis del concepto de genio desde sus raíces clásicas (Heller, 1993).

En los Estados Unidos las primeras raíces de la educación de los más capaces se encuentran en la investigación dirigida por Lewis Terman. En calidad de profesor de la Universidad de Stanford, el profesor Terman pilotó un amplio estudio longitudinal que posibilitó el seguimiento de un gran número de estudiantes de centros educativos californianos. Terman pidió a los profesores que nominaran a los dos estudiantes más brillantes de su clase, al estudiante más joven de su clase, y al alumno más brillante de su clase el cuso anterior. Como resultado de la aplicación de la Stanford-Binet Intelligence Scale a este grupo de alumnos (Terman, 1916), aquellos con puntuaciones de CI iguales o superiores a 140 fueron incluidos en la muestra objeto de estudio. Terman y sus ayudantes acumularon una cantidad ingente de datos sobre cada uno de estos estudiantes a lo largo de cincuenta años. Terman postuló que los “dos propósitos fundamentales del proyecto eran, en primer lugar, encontrar las rasgos característicos de los niños con alto CI y, en segundo lugar, realizar un seguimiento de los mismos tantos años como fuera posible para observar qué clase de adultos habían llegado a ser (Terman, 1954, p. 223; Terman y Oden, 1951, p. 21). Terman concluyó que los niños con alto CI (140 o superior) eran más sanos, más adaptados y con mayor rendimiento que aquellos no seleccionados (Robinson y Clinkenbeard, 2008).

Por supuesto, existen otros estudios y escritos científicos sobre la alta capacidad a finales del siglo XIX y principios del XX, como el Hereditary Genius de Galton (1869), y A Statistical Study of American Men of Science de Cattell (1906-1910) (Whipple, 1924). Sin embargo, ninguno de ellos cautivó la imaginación y el interés del publico norteamericano como lo hicieron los Genetic Studies of Genius de Terman (1925; Mönks et al., 2000). Mucho más que ningún otro, el trabajo de Terman ayudó a definir y conceptualizar la alta capacidad como algo análogo a un alto CI. Casi cien años después, la influencia de Terman en el campo de la educación de los más capaces resulta hoy en día de lo más decisiva.

Otra figura influyente en la historia de la educación del talento, y uno de mis profesores durante mis estudios de Grado en la Universidad de Nort Carolina-Chapel Hill, fue James Gallagher. En 1960 Gallagher presentó un informe a la asamblea legislativa de Illinois cuyo propósito era “revisar y resumir toda la información disponible hasta la fecha relativa a la educación de los niños más capaces” (Gallagher, 1960, p. 3). El informe de Gallagher, Analysis of Research on the Education of Gifted Children, concluía que “los programas especiales para los alumnos de altas capacidades requieren personal y servicios adicionales” (p. 131). Casi cincuenta años después, Gallagher insistía en su aserto y seguía propugnando las necesidades especiales de los alumnos de alta capacidad. En el capítulo central que él autorizó para mi Handbook of Giftedness in Children (2008b), Gallagher señalaba que solo dos céntimos de cada cien dolares invertidos en Educación Secundaria en Estados Unidos eran dedicados a los alumnos de alta capacidad, y que los programas existentes para ellos apenas alcanzaban a un numero suficiente de centros educativos. Añadía además que los programas especiales para los más capaces no son prioritarios en ninguno de los niveles de la administración educativa, sin papel alguno por parte de la administración federal en este campo, de tal modo que “los alumnos con altas capacidades han sido relativamente ignorados por la legislación educativa” (Gallagher, 2008, p. 7).

Por supuesto, otros muchos autores han influido en el desarrollo del campo de la educación del talento en Estados Unidos. Leta Hollingsworth (1866-1939), por ejemplo, jugó un papel inicial prominente con su estudio de casos sobre estudiantes con alto CI en las escuelas de New York. Hollingsworth era una psicóloga que desarrolló su trabajo en New York al mismo tiempo que Terman era profesor en California, siendo la autora del primer manual sobre educación de los más capaces, Gifted Children: Their Nature and Nurture (1926). Introdujo un importante y gran número de ideas clínicas e innovadoras que siguen vigentes en la actualidad. Por ejemplo, Hollingsworth sostuvo la tesis de que las dificultades de los alumnos de altas capacidades con su grupo de iguales incrementaban conforme lo hacía su CI, y que para muchas niñas de altas capacidades suponía todo un reto contrabalancear sus intereses intelectuales frente a las presiones del grupo (Robinson y Clinkenbeard, 2008). El genio innovador y profético de Hollingsworth lo atestigua el hecho de que todavía hoy en día nos preguntamos si los alumnos de altas capacidades tienen puntos débiles de manera específica a nivel socio-emocional e interpersonal (Pfeiffer y Stocking, 2000) y cómo el género influye en el desarrollo del talento (Reis, 2006b).

Publicado originalmente en Pfeiffer, S. I. (2013). Serving the Gifted: Evidence-Based Clinical and Psychoeducational Practice. New York: Routledge, p. 2-4. Traducción de Roberto Ranz.

Referencias

Gallagher, J.J. (1960). Analysis of research on the education of gifted children. Springfield, IL: Office of the Superintendent of Public Instruction.

Gallagher, J.J. (2008). Psychology, psychologists, and gifted students. En S. I. Pfeiffer (ed.), Handbook of giftedness in children (pp. 1-11). New York: Springer.

Galton, F. (1869). Hereditary genius: An inquiri into its laws and consequences. London: Macmillan.

Heller, K. A. (1993). International trends and issues of research on giftedness. En W. T. Wu, C. C. Kuo y J. Steeves (eds.), Proceedings of the Second Asian Conference on Giftedness: Growing Up Gifted and Talented (pp. 93-110). Taipei, Taiwan: NTNU.

Hollingsworth, L. S. (1926). Gifted children: Their nature and nurture. New York: Macmillan.

Mönks, F. J., Heller, K. A. y Passow, H (2000). The study of giftedness: Reflections on where we are and where we are going. En K. A. Heller, F. J. Mönks, R. J. Sternberg, y R. F. Subotnik (Eds.), International handbook of giftedness and talent (2nd ed., pp. 839-863). Oxford, UK: Elsevier Science.

Pfeiffer, S. I. Y Stocking, V. (2000). Vulnerabilities of academically gifted students. Special Services in the Schools, 16, 83-93.

Reis, S. M. (2006b). Gender, adolescence, and giftedness. In F. A. Dixon y S. M. Monn (eds.), The handbook of secondary gifted education (pp. 87-111). Austin, TX: Prufrock Press.

Robinson, A., y Clinkenbeard, P. R. (2008). History of giftedness: Perspectives from the past presage modern scholarship. En S. I. Pfeiffer (ed.), Handbook of giftedness in children (pp. 13-31). New York: Springer.

Tannenbaum, A. J. (2000). A history of giftedness in school and society. En K. A. Heller, F. J. Mönks, R. J. Sternberg, y R. F. Subotnik (EDS.), International handbook of giftedness and talent (2nd ed., pp. 23-53). Oxford, UK: Elsevier Science.

Terman, L. M. (1916). The measurement of intelligence: An explanation of and a complete guide for the use of the Stanford Revision and Extension of the Binet-Simon Intelligence Scale. Boston, MA: Houghton Mifflin Co.

Terman, L. M. (1925). Genetic studies of genius. Mental and physical characteristics of a thousand gifted children (Vol I). Stanford, CA: Stanford University Press.

Terman, L. M. (1954). Scientist and non-scientist in a group of 800 gifted men. Psychological monographs, 68 (7), 1-44.

Terman, L. M., y Oden, M. H. (1951). The Stanford studies of the gifted. En P. Witty (Ed.), The gifted child, Boston, MA: D. C. Heath.

Wipple, G. M. (ED.). (1924). The education of gifted children (23rd Yearbook, Part I). National Society for the Study of Education. Bloomington, IL: Public School Publishing Company.

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