Concepción psicométrica de la alta capacidad (I)

Esta concepción, sin duda la más popular, se basa en el supuesto de que la alta capacidad es sinónimo de una alta puntuación en un test de inteligencia. Como vimos en una entrada anterior titulada «Tres mitos sobre la alta capacidad«, su influencia es decisiva pues determina y condiciona muchos de los procedimientos de identificación de los alumnos con altas capacidades.
Para comprender la concepción psicométrica de la alta capacidad y sus distintos enfoques, debemos partir de la herramienta de investigación indispensable utilizada por sus teóricos para describir la estructura de la inteligencia: el análisis factorial.
El análisis factorial
Como es sabido, el análisis factorial es un método estadístico para separar un constructo (en este caso la inteligencia) en un número hipotético de factores o aptitudes que a juicio de los investigadores constituyen la base de las diferencias individuales en los resultados de un test de inteligencia. Estos factores dependen de las preguntas específicas que se plantean y de las tareas que evalúa el test. El análisis factorial se basa en estudios de correlación (cuanto más correlacionan dos test, más probable es que midan la misma cosa) y se desarrolla en tres fases: a) aplicación a un amplio número de sujetos de diferentes test de inteligencia; b) determinación de la correlación entre los tests aplicados; y c) análisis estadístico de las correlaciones para simplificarlas en un número reducido de factores que resuman el rendimiento de los sujetos en las pruebas. Estas estructuras factoriales de la inteligencia difieren en función de los teóricos que las postulan, entre los que cabe destacar los siguientes: Spearman, Thurstone, Guilford, Cattell y Carroll.
Spearman: la teoría del factor g
Mediante el uso del análisis factorial creado por él, Spearman (1904) concluyó que la inteligencia puede ser comprendida, por una parte, a partir de un factor general singular (g) que explica el rendimiento de los sujetos en todos los tests aptitudinales y, por otra, de un conjunto de factores específicos (s) asociados de manera única a uno o dos de los tests. Para Spearman, el factor general (g) proporciona la clave para la comprensión de la inteligencia. Desde esta perspectiva, una persona con alta capacidad es aquella que sobresale por su inteligencia general, expresada en una puntuación del factor g. Esta simple definición ha sido históricamente la más usada en el campo de la alta capacidad, y la más influyente en el proceso de identificación. Se aplica a los sujetos un test de inteligencia, habitualmente de forma individual, y se obtiene una puntuación de inteligencia general o CI. Si esta supera un punto de corte específico (130 por ejemplo), el sujeto es etiquetado como de alta capacidad, no siéndolo en caso contrario.
Thurstone: la teoría de las aptitudes mentales primarias
A diferencia de Spearman, Thurstone (1938) concluyó que el núcleo de la inteligencia no reside en único factor singular sino en siete factores específicos e independientes a los que llamó aptitudes mentales primarias: comprensión verbal, fluidez verbal, razonamiento inductivo, visualización espacial, aptitud numérica, memoria, y velocidad perceptiva. Tomando como base este modelo, se plantea un procedimiento de identificación del alumnado de altas capacidades muy distinto del derivado del enfoque de Spearman. En este caso, la clave del procedimiento consiste en decidir cómo combinar estas múltiples fuentes de información y qué peso tiene cada una de ellas. Por ejemplo, se puede dar un mayor peso a los factores verbales o numéricos a la hora de identificar al alumnado de alta capacidad.
De cara al proceso de identificación, este modelo de Thurstone se puede operacionalizar de diversos modos: a) se pueden combinar las puntuaciones de distintos factores (verbal, numérico, espacial) para generar una puntuación compuesta en forma de CI como en el modelo de Spearman, y a partir de ella establecer una puntuación de corte; b) se pueden combinar las puntuaciones en los diferentes factores para generar una puntuación general otorgando a cada uno de ellos un peso distinto; c) se pueden usar múltiples puntuaciones de corte (modelo multifactorial), de tal forma que el alumno debe superar una puntuación determinada en uno o varios factores para ser considerado de alta capacidad; y d) se puede usar un modelo mixto: el alumno debe obtener puntuaciones muy altas en uno o dos factores, y al menos altas en todos o en algunos de los factores.
Guilford: las tres facetas de la inteligencia
En el vértice opuesto al modelo del factor singular g de Spearman, el modelo de la estructura de la inteligencia de Guilford (1988) incluye más de 150 factores mentales en algunas versiones de la teoría. Según Guilford, la inteligencia puede comprenderse a modo de un cubo que representa la intersección de tres dimensiones o facetas: operaciones, contenidos y productos. Las operaciones son procesos mentales simples como, por ejemplo, la memoria. Los contenidos son los tipos de signos que aparecen en un problema, ya sean semánticos (palabras) o visuales (dibujos). Los productos son los tipos de respuesta requeridos (palabras, números, clasificaciones, deducciones, etc.). Este modelo ha sido menos utilizado en el campo de la identificación de las altas capacidades pues no resulta muy práctico obtener 150 puntuaciones de cada individuo. De ahí que se seleccionen algunos factores y se proceda posteriormente como hemos detallado en el caso del modelo de Thurstone.
Cattell y Carroll: los modelos jerárquicos
Frente al carácter prolijo del modelo de Guilford, los modelos jerárquicos de la inteligencia ofrecen una estructura factorial de la mente más parsimoniosa. Cattell (1971) propone que la inteligencia comprende dos principales subfactores: la inteligencia fluida (definida en términos de velocidad y precisión del razonamiento abstracto, especialmente a la hora de resolver nuevos problemas); y la inteligencia cristalizada (definida en términos de conocimientos y vocabulario acumulados). Junto a estos dos principales subfactores, existen según Cattell otros más específicos.
Más recientemente, Carroll (1993) ha propuesto un modelo jerárquico de la inteligencia esbozado a partir de datos de más de 130.000 sujetos obtenidos entre 1927 y 1987. Tras el análisis de esta información, el modelo jerárquico de Carroll propone tres estratos jerárquicos de la mente: Estrato I: incluye aptitudes cognitivas muy específicas (velocidad de razonamiento, etc.); Estrato II: incluye aptitudes menos específicas (inteligencia fluida y cristalizada, percepción visual, memoria…); y Estrato III: incluye una inteligencia general similar al factor g de Spearman.
Recientemente, los modelos jerárquicos de Horn y Cattell (1966) y Carroll han sido sintetizados en el modelo de Cattell-Horn-Carroll (CHC). Este modelo sitúa en la cúspide el factor g, si bien insiste en la evaluación de los factores situados en el estrato II postulado por Carroll.
En la práctica los modelos jerárquicos conducen a procesos de identificación de las altas capacidades similares al modelo basado en el factor g, si bien puede hacerse un uso multifactorial de los mismos. No obstante, todos ofrecen un CI o índices generales que sirven de base para la identificación de la alta capacidad en muchos de los procedimientos.
En la entrada siguiente analizaremos cómo estos enfoque psicométricos han influido en el diseño de las principales escalas de inteligencia así como en los diseños experimentales de investigación, y explicitaremos las razones por las que esta concepción psicométrica de la alta capacidad basada en el CI ha tenido y tiene tanto impacto.
Referencias
Carroll, J. B. (1993). Human cognitive abilities: A survey of factor-analytic studies. New York: Cambridge University Press.
Cattell, R. B. (1971). Abilities: Their structure, growth, and action. Boston: Houghton Mifflin.
Guilford, J. P. (1968). Intelligence has three facets. Science, 60, 615-620.
Guilford, J. P. (1988). Some changes in the structure of intellect model. Educational & Psychological Measurement, 48, 1-4.
Horn, J. L., y Cattell, R. B. (1966). Refinement and test of the theory of fluid and crystallized general intelligences. Journal of Educational Psychology, 57, 253-270.
Spearman, C. (1904). General intelligence objectively determined and measured. American Journal of Psychology, 15, 201-293.
Thurstone, L. L. (1938). Primary mental abilities. Chicago: University of Chicago Press.